Da un sorbo a su café frío. El guardia le da entrada a la persona de enfrente, es el turno de ella, avanza a ponerse al par con el guardia.
– Jorge de verdad tengo mucha prisa, de por sí ya llego tarde.
– Lo siento señorita Rosalba. Pero es el procedimiento. No tardare mucho.
Jorge se propone a revisar el auto y a registrarlo. Rosalba le entrega su carnet de estacionamiento, el cual se lo marca.
– Ya tiene que pedir uno nuevo señorita Rosalba.
– Lo sé. Pero este trabajo no me permite mucho tiempo.
Por cierto ayer hablo Guadalupe. Te manda saludos.
– Gracias señorita Rosalba, veré si esta vez puedo ir a visitarla.
– Deberías de hacerlo. Es una chica linda. Pero ya le he dicho que esa linea solo son para emergencias...en fin que podemos hacer, prefiero que llame por eso a que vuelva a escuchar que se quiere suicidar.
– Lo se señorita. No imagino como han soportan tantas llamadas de emergencia, asesinatos, secuestros, entre otros. Gracias a Dios, aquí en el C4 siempre son eficientes.
Jorge termina de registrar el auto y abre el portón.
– Que tenga buen turno señorita.
El carro avanza y llega a estacionarse. Se baja del auto, y siente que algo le jala el saco. Se detiene y mira que la manga se le quedo adentro al cerrar la puerta. Mete sus manos a su bolsa para sacar las llaves, mas no las encuentra. Revisa el suelo, por si las abra tirado. Nada. Mira dentro del auto y están puestas.
– Genial... que mal día. No puedo dejarlo en el suelo, me costó demasiado caro.
Intenta jalar el saco pero no cede. Se detiene al sentir que el saco se rompería por la fricción. Mira a su alrededor y no hay nadie. Está pensando solemnemente romper ese cristal y abrir la puerta. La idea absurda hace soltar el saco. Para su suerte recordó algo tan sencillo. Amarro el saco desde la manga, para evitar que toque el suelo.
– Si sigues así Rosalba, la NASA te secuestrara –. Ríe para sí misma.
Saluda a sus compañeros de C4 que de igual manera van llegando.
Toma su folder lleno de archivos importantes entre sus piernas, para poder abrir la puerta. Pero una ventisca hace que los papeles vuelen. Un aire, producido por varios helicópteros sobrevolando C4.
Después de un pequeño tiempo rejunta todos los archivos y entra a la oficina. Saluda al personal, se sienta en su cubículo, y abre la línea telefónica.
El cual suena en el momento.
- 066. ¿Cuál es su emergencia? ...puede proporcionarme su nombre y dirección por favor...y ¿está usted sola?...muy bien no me cuelgue en estos momento se dirige una unidad hacia usted... no le haga nada al ladrón. Las cosas materiales no justifican la vida de una persona... ¿ya llegaron?, entonces... Muy bien...
Desde el cubículo siguiente su compañero le ofrece una bebida en lata.
– Gracias Miguel.
– De nada Rosalba. ¿Entonces...?
– ¿Entonces qué?... Ya te dije que no me envuelvo con compañeros de trabajo.
– Entiendo, no te preocupes. Por eso mismo pediré mi renuncia.
¿Qué dices?
– Ella dice que sigas trabajando y no la molestes más.
– No se meta señor, solo porque nos separan dos cubículos y porque eres mi amigo desde la infancia, no quiere decir que no pueda golpearte. .
Los dos ríen. Rosalba se vuelve a poner en línea. Otra llamada entra.
- 066 ¿Cuál es su emerg...?
- Unos helicópteros...nos están...
Un apagón hace que toda la energía del C4, haga oscurecer el interior del edificio, inutilizando las líneas y cualquier método de comunicación.
– Rápido tengo una emergencia necesitamos restablecer las líneas. –. Las quejas de todo el personal salen a relucir. Rosalba toma su teléfono celular, y marca a un compañero de la unidad preventiva para ponerlo sobre aviso de la llamada que acaba de tener.
La llamada se va a buzón.
– Acabó de revisar los fusibles y ninguno está dañado – les dice el técnico de mantenimiento. – La segunda planta funciona igual, pero por alguna razón la energía no llega a los monitores del edificio–.
– Eso es imposible. Hagan algo...
Del otro lado de la ciudad. Las sirenas empiezan a sonar, haciendo ruidos ensordecedores, los policías intentan apagarlas pero es inutil. Todo tipo de sonidos externos provenientes de un aparato, inexplicablemente, suben su volumen automáticamente a un grado máximo. Emitiendo un sinfín de ruidos en una parte de la ciudad. Dejando sordos temporalmente a los ciudadanos.
Los llantos de bebes salen a relucir, pero, es tanto el ruido que ni sus propias madres los escuchan. Hasta esta altura, ni un bombardeo cercas de ahí lo escucharían.
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