Al llegar sus padres estaban en la sala de espera Ernesto, Roberto y Melvin estaban con ellos. Al llegar me vieron. Sin palabra alguna me abrazaron. No había llorado en todo el camino no lo había sacado todo. Lo tenía guardado. No lo quería creer.
Me derrumbo en el suelo de rodillas mientras lágrimas salen de mis ojos. Mis amigos me abrazan mientras lloran conmigo. Mi corazón arde. Siento un ardor en mi pecho, la respiración me falta, la cabeza me duele. Grito de dolor mientras comienzo a recordarla. Por mi mente pasan sus ojos, su mirada, su sonrisa, sus gestos, sus caricias, sus besos. Su cuerpo. Su amor.
Todo había acabado, todo eso había terminado.
Resulta que el cáncer siempre estuvo activo. Y fue más dañino para ella el que fumara.
– Simplemente se desvaneció mientras bajaba las escaleras– Sus padres me hablaban con la mirada perdida. – Quería llegar a su graduación, dijo que se la pasaría bien porque tú estarías a su lado.
Empecé a llorar. Sucesivamente fue así. Acababa de fumar porque estaba un poco nerviosa. Termino de arreglarse empezó a sudar antes de llegar a las escaleras. Al empezar a bajarlas su cabeza dio vueltas hasta desmayarse. Por lo tropezó varios escalones. Sus padres rápidamente la llevaron a urgencias. En donde falleció. El cáncer la había vencido. Sumándole el traumatismo por los golpes.
Ya un poco calmado o cuerdo.
– ¿Puedo mirarla? –Les dije limpiando las lágrimas de mis ojos con el traje, que en ese momento no me importaba en lo absoluto.
–¿Estás seguro ? –me dice Melvin.
–Tengo que mirarla sea como sea.
–La tienen en el pasillo rojo, número doce. No quieren dejar pasar a nadie.
–La veré –mientras me secaba las lágrimas como niño mocoso decidido a lo que fuera. – Espérenme aquí por favor amigos.
Me dirijo a su habitación en la que se encuentra. En el camino miro demasiados doctores y enfermos, el solo hecho de entrar ahí ya me sentía enfermo. El ambiente era un poco sublime respecto al olor.
Encuentro el cuarto, pero un guardia estaba a un costado de la puerta de su habitación.
–Lo siento no puedes pasar. – Me dice el guardia.
–Es mi novia necesito mirarla. –le respondo un poco enojado entre lágrimas.
–Lo siento chaval, es el protocolo. Las podrás ver ya en el funeral.
– ¡No, deja me entrar ahora maldita sea! –le grito al guardia mientras sigo llorando pero de coraje.
– Joven está en un hospital evite la pena de sacarlo de las instalaciones. – se acerca un doctor al oírme gritar.
–Doctor solo quiero ver a mi novia, es todo. Por favor no quiero causar problemas. –le digo mientras lo miro a los ojos desesperado.
–Lo siento amigo, es el protocolo–
Me contesta el y empieza alejarse.
Sin tener ni una sola idea que pudiera hacer para hacerlos entrar en razón. Sintiendo que el mundo se me cerraba, estaba Nallely a pocos metros de mí, entre un guardia y una puerta. Necesitaba mirarla. Me arrodille. No podía hacer nada. Comienzo a golpear el suelo con todas mis fuerzas.
– ¡Maldito protocolo! –grito a todo el hospital.
–Lo siento amigo, te lo advertí si seguías así te sacaríamos por la fuerza.
El guardia me intenta tomar de los brazos para sacarme del hospital y comienzo a gritar.
– ¡Solo quiero verla por última vez!– entre lágrimas y desesperación. –por favor señor, solo será un instante. Se lo estoy suplicando de rodillas. Mire como estoy.
Comencé a recordarla.
"–Tienes una sonrisa despreocupante.
–Te amo."
Su imagen y palabras me dieron vueltas por toda mi cabeza. Saber que nunca escucharía su voz, que no la volvería a mirar, que no la volvería a besar. Mi mente se tornó en blanco.
–Tienes suerte de que no sea tu esposa. Eso sí sería una desgracia– mientras me levanta y me toma de ambos brazos.
Sus palabras me enfurecieron.
Quito al guardia de mis brazos y lo golpeo en su abdomen. El intenta tirarme un golpe pero le pateo la quijada haciendo que pierda el conocimiento. Varios doctores intentan detenerme mientras llaman a seguridad y activan una alarma. Golpeo a un camillero que intento derribarme. Someto a otro guardia que se acerba con gas pimienta. Les quito el gas y rocío a otros doctores. Me protejo la cara con el saco del traje para evitar que el gas me entre a los ojos. Golpeo el gas en el suelo y este explota haciendo que su interior se esparciera por el lugar. Aprovechando que todos están con la garganta tapada, intentando tratar de inhalar aire fresco y unos están en el suelo. Corro hacia el cuarto donde se encontraba el cuerpo de Nallely.
Trabo la puerta con una camilla y entre otras cosas. Doy dos pasos hacia atras y varios del personal de seguridad empiezan a golpear la puerta.
Volteo lentamente hacia la cama. Y ahí se encontraba el cuerpo de Nallely inerte.
Comienzo a llorar. Me acerco a ella y tiene su vestido de graduación puesto.
– ¿Nallely? Luces hermosa ¿lo sabes?–mientras me arrodillo y tomo su mano. – no entiendo, ¿por qué? Todo estaba bien. –Hago una pausa para limpiarme los ojos. – No hay marcha atrás, daría mi vida por la tuya. Daría lo que fuera por retroceder el tiempo. No es justo mi amor, no es justo. No se vale. No puedes abandonarme así y menos en tu graduación. Despierta por favor, dime que solo es una broma,
vamos mi amor, abre los ojos y dime que solo estas bromeando.
Me quedo en silencio con la esperanza de que abriría los ojos y me sorprendiera con un susto como solía bromear conmigo.
Pero no despierta.
–Te extrañare hermosa, nunca te olvidare. Fuiste lo mejor que ha pasado en mi vida, te lo agradezco. Aún recuerdo cuando nos conocimos, mírame estoy sonriendo –Comienzo a sonreír –
Despreocupante por favor, es la sonrisa que te enamoro ¿no es así?
Hago una pausa, observándola.
– Espero volver a vernos pronto. Quisiera acompañarte en estos momentos, pero... sé que te molestarías. Lo siento mucho mi vida.
Saco su regalo de graduación de mi bolsillo.
–Felicidades por tu graduación amor. –meto su mano en la pulsera. – Te miras hermosa y resplandeciente. –Me acerco a sus labios y la beso. Mis lágrimas le recorren sus mejillas. El dolor sigue más fuerte que nunca.
Comienzo a imaginarme a ella y yo en su graduación, de lo que hubiera sido si no estuviera en este lugar. En el baile lento, mirándonos fijamente como locos enamorados, y entregarle su regalo. Mientras la felicito con un beso. Y seguimos bailando felices. Mientras miraba a futuro, quería casarme con ella, tener muchos hijos con ella, cuidarla siempre, amarla siempre.
Un golpe me despierta de ese sueño, de esa hermosa fantasía.
Los guardias logran abrir la puerta y me rocían con gas pimienta, rápidamente le tiro el saco a Nallely para evitar erupciones en su piel o por inercia.
Los guardias me someten y me esposan. Uno de ellos me golpea en mi abdomen. Entre lágrimas, y viendo como me alejan de ella mientras me arrastran. Hacia fuera de su cuarto. Cada vez más lejos.
– ¡No! Suéltenme. No me quiero alejar de ella. Por favor. Por favor. Se los suplico. –hago una pausa a mis suplicas e inhalo un gran golpe de aire, y grito. – ¡TE AMO! ¡NALLELY! –mientras su recuerdo me llena la mente haciéndome sufrir más de dolor.
Hasta en los rincones más oscuros del hospital, mi grito es escuchado.
Los guardias y las autoridades me suben en una unidad.
No hubo cargos por que era un menor. Por suerte les dije que uno de ellos me había golpeado y retiraron todo.
No me presente a su funeral. Todos excepto yo asistieron.
Nadie sabía nada de mí. Estábamos en vacaciones y no había problema el estar solamente en casa sin salir. Así es no salía me encerré en mi habitación. Por un largo tiempo. Mi familia está preocupada.
Su preocupación aumento más cuando un día mi madre me encontró en la cocina a medio día. Se sorprendió, tenía mucho que no me miraba. Me abrazo pero sintió que mi abrazo fue frío. No sentía nada por nadie. Tuve que ir a terapias, empecé a hacer deporte, mi hermano me volvió a entrenar. Deje de mirar a los padres de Nallely, el golpe para ellos fue tan duro por ser su única hija. Se fueron de la ciudad. Todas sus pertenencias me las obsequiaron. Dijeron que sabían que yo cuidaría de ellas. El tiempo que estuve en mi habitación, entre lo que me dieron sus padres, venia una carta de ella hacia mí:
Armando:
La primera vez que te conocí, me en cantaste, ¿sabes? Acababa de pelear con Derek estaba molesta, pensé en suicidarme, por eso empecé a fumar, no tenía el valor de tirarme desde un precipicio.
Llegue toda molesta y acepte tu cigarro. Supuse que eras nuevo. Por qué note tu nerviosismo. Al mirarte sonreír mi enojo se alejó, tu hermosa sonrisa me dijo mas que mil palabras, me diste mucha esperanza de no dejarme caer. Así es, tu sonrisa me salvo. Y gracias a eso estoy contigo. Te agradezco todo lo que has hecho por mí. Gracias por amarme Armando. Me siento muy contenta a tu lado. Esperó y esto nunca termine, me siento como en un cuento de hadas. Yo soy la princesa y tu mi hermoso príncipe. Me das el valor que siempre quise. Gracias Armando. Nunca cambies esa hermosa sonrisa.
Con amor. <3
Nallely tu "Naly". ;*
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