Un poco atónito e intentando analizar lo que acabo de escuchar saliendo de la boca de Lucia. Me quedo petrificado. Me ha sorprendido.
– ¿De que estas hablando?... ¿Qué clase de broma es esta?
– Solo fue una simple pregunta. Piensas salvar a...
Sin dejarla terminar, la sujeto de los hombros y la recargo a los casilleros del pasillo.
– Escúchame Lucia. No tengo idea de que me estás hablando, por favor cierra la boca y volvamos a clase. O acaso es tu manera de burlarte de mí por ofrecerte que seamos compañeros.
– No me toques. Por favor. Suéltame o te meterás en serios problemas.
Intento quitarme los brazos pero la volví a recargar a los casilleros. Acababa de decirme algo extraño. Tal vez no fue el modo de reaccionar, aparte era una chica.
La suelto después de varias miradas desafiantes y sin resultado alguno.
– Armando, Lucia ¿no piensan entrar?– Era la científica de nuestra clase.
Tomo mis cosas del suelo y levanto las de Lucia.
– Hablaremos después de clase. – le susurro seriamente a Lucia.
Estando en clases me toco de compañero con Alberto, un “ñoñazo” por cierto. Lucia no tenía compañero, así que empezó hacer la práctica ella sola. Por supuesto termino antes que todos.
Las palabras de Lucia, me dieron vueltas en toda la clase. Fue algo referente a mi sueño. Pero, ¿porque? Solamente le conté a Melvin, y de camino hacia acá, nos encontramos con Roberto y Lucia. ¿Cuándo me habrá escuchado? , tal vez ese maldito de Melvin les contó cuando fui a comprar algo de tomar, pero no fueron ni dos minutos.
El ruido de uno helicópteros sobre volando la escuela, me saco de mis pensamientos. Observo mi reflejo en la ventana que mira hacia la explanada. La profesora está ocupada, quisiera irme a mi casa y dormir. Este día lo he sentido muy raro. Miro a los helicópteros alejarse. Parecía que estuvieran en un ensayo por la formación que tienen en pirámide. Los miro detalladamente y son oscuros.
Observo un rayo caer encima de ellos. Como sería posible sin ninguna nube o indicio de tormenta
– Demonios, ¿que ha sido eso?...– me levanto de mi asiento sorprendido de lo que acabo de ver. Mis compañeros al ver tal acción comienzan a mofarse de mí.
–Armando por favor. Puedes dejar de soñar despierto. Estamos concentrados en nuestro experimento...
– Profesora, le juro, que acabo de mirar un rayo caer encima de esos helicópteros. Tiene que llamar a los del ejército o a alguien, eso no fue algo normal.
Las risas continúan.
La maestra se acerca a mi lugar, pone la mirada hacia la ventana donde los helicópteros acaban de derrumbarse. La guio apuntado en la dirección y para mi sorpresa...
Los helicópteros están siguiendo sus prácticas. Como si lo que mire fue una ilusión.
– Pues. Yo sigo viendo los helicópteros seguir en el cielo Armando, toma asiento por favor. –
Me regaña la maestra.
En silencio y un poco angustiado, no podía creerlo. Me volví a sentar observando los helicópteros como seguían como si nada hubiera pasado.
– Debió de a ver sido mi imaginación – pensé – demonios me estoy volviendo loco.
– ¿Lucia a dónde vas?...Lucia responde cuando te hablen – le dice la profesora a Lucia que se levantó sin decir nada y corrió hacia los pasillos.
Por cuestión de milésimas de segundo, y ojala hubiera sido mi imaginación, observe a Lucia llorar cuando se levantó de su asiento.
La profesora la ignora y continúa con la clase. Al seguir mirando la ventana, miró a los helicópteros seguir haciendo sus entrenamientos, empiezan a dar vueltas. Dos se separan del entrenamiento y se dirigen hacia acá. Supongo que pasaran por encima de la escuela de nuevo.
– Bien alumnos ahora, abran su libro en la página cuarenta y siete. Armando puedes leer la teoría de conversión de números cuánticos, si eres tan amable.
Me levanto del asiento un poco extrañado – Maestra esto no es Álgebra es Bioquímica...
Observando a la maestra un poco molesta por eso, imaginando que, el rumor ya se había recorrido por toda la facultad.
Una gran sonrisa como sacada de una película de terror se le dibuja en su bello rostro, desfigurando sus lindas facciones incluyendo sus lindos ojos. Me quedo paralizado.
El ruido de los helicópteros comienza a golpear fuertemente las ventanas. Miro hacia ellos, y para mi sorpresa están sobre volando la explanada. Están dentro de la escuela, en dirección a la facultad en la que me encuentro. El ruido de las hélices ensordece el ambiente.
Todos observando detenidamente el suceso inexplicable desde la explanada y desde las aulas... Los helicópteros disparan.
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