sábado, 17 de diciembre de 2016

Capitulo 13

El bastardo hijo de puta seguía sonriendo. No miraba sus ojos ni oídos para haberse dado cuenta de que yo estaba ahí. 
Alzo su brazo con el hacha en mano y alcance a quitarme, me levante lo más rápido que pude. No era el momento para recordar otras cosas. No moriría, tenía que sacar a Lucia de ahí. El tipo comenzó a correr hacia mí con unos movimientos un poco acelerados mientras meneaba su cabeza de lado a lado y sacaba su lengua. Lucia arrojo una silla hacia él, pero fue en vano en la corto. Para mi suerte me dio tiempo para patearlo. Recibió mi golpe, pero no se inmuto en nada. Siguió moviendo su brazo para intentar cortar todo lo que había a su alrededor.

Lucia volvió a  arrojar otra silla, solo que esta vez le dio, más el no sintió nada.
–No está funcionando –le grite a lucía– aprovecha y vete de aquí. Intentare detenerlo el tiempo que sea necesario, ve por ayuda.
Lucia salió del aula, dejándome a solas con el maldito sonriente.
– ¿Qué quieres? O ¿qué demonios eres? – Mientras lo empujaba para darme espacio de escapar.
No me contesto sólo se quedó inerte mirándome y sonriendo.
–Maldito seas te borraré esa sonrisa.
Le arrojo varias cosas para escapar o hacer algo pero nada. Las sigue cortando, no podía acercarme a él si no me cortaría.
–Vas a morir pedazo de mierda– una voz infantil sale de su boca sonriente, mientras empieza a brincar como si de verdad estuviera feliz.
– ¿Por qué haces esto?
–Es el exterminio de los jinetes–vuelve a brincar de emoción. –su tiempo ha expirado tanta mierda que ahí en la tierra es más que suficiente para comérnoslos.
– ¿Comernos? De que...
No termine de decir cuando el estiro su cuello y abrió su boca hasta escuchar que su quijada se quebró, dejando ver sus fauces y dientes afilados. Acerca su hocico hacia mi cuello intentando me, pero me protejo con mis brazos. Por lo que me muerde el antebrazo. Por desesperación doy varios pasos hacia atrás para intentar alejarme de él. 
Veo mi brazo y me ha arrancado un pedazo grande de carne, mi herida empieza a arder y un poco de humo sale.
Lo miro masticando y disfrutándolo.

–Maldito hijo de puta–. Aprovechando el momento lo golpeo en su cara. Le acierto varios golpes buenos. Hago que retroceda un poco.
–Te dije que te borraría esa sonrisa.
Voltea hacia mí y sigue sonriendo. Desconcertado sin saber que más hacer, sabiendo que es demasiado duro de derribar, una sensación caliente en mi pierna me des concentra. Observo mi pierna al mirar un poco de humo venir de abajo. Mientras el tipo sonríe.
El maldito me ha cortado la mitad de la pierna.

Inmovilizado por lo que acaba de suceder. Junto a un agonizante dolor, sentir un miembro de tu cuerpo desprenderse con un simple corte. Prefería morir.
El sonriente me ha cortado la pierna en dos. Estoy atónito. Tengo miedo. No es como en los videojuegos. Donde te mataban y volvías a intentarlo. No había ningún botón de reinicio, no, ese era mi fin.
Siento un dolor tan inmenso. Que me hace tener miedo. Por inercia intento alejarme de él, aventando mi cuerpo al pasillo. Con un poco de esfuerzo intento a arrastrarme. Se me dificulta, he perdido mucha sangre que no tengo fuerzas para escapar. El tipo del hacha se acerca por detrás de mí.
– ¡Maldito! Deja me en paz. Es suficiente por favor. –con tono desesperado y con demasiado esfuerzo intento seguir alejándome de él.
Acerca su arma a mi nuca. Mis lágrimas brotan. Voy a morir. No hice nada en mi vida y moriré muy pronto y de la peor manera.

Siento el filo caliente de su puntiagudo machete sumergirse dentro de mi cuello. Retirándola finamente. Mi sangre comienza a brotar. Mi sangre bloquea mi respiración. Me hago en mi propia sangre. Qué ironía.
Mi vista se nubla. Observo la silueta del asesino enfrente de mí. Sé que se está riendo. Estoy perdiendo el conocimiento.

–A menos te volveré a ver Nallely– mis ojos comienzan a cerrarse solos, y un frío se apodera de mí.
– ¡Resiste! –La voz de una mujer sucumbe mis oídos.
Otra silueta golpea al sonriente derribándolo lejos de ahí. Intento permanecer consciente. Alguien ha venido a rescatar me. Pero creo que para mí ya es tarde. La mujer está peleando con él.
–Lo siento chicos. Parece que me adelante –en mi cabeza recordé a todos y mire mi vida pasar por enfrente de mí.
Mis amigos. Mis peleas. Mi familia. Mi primer amor. 
Todo se desvanece en cuestión de segundo.
Mi cuerpo en un charco de sangre. Asesinado por un desconocido que ataco la escuela. Dado las circunstancias en las que toda esta desgracia sucedió en mi universidad. Mientras alguien le hace frente al asesino. 
No era un día normal era algo peor. La gente vive su vida normal, pero yo no. Yo no creo ser normal.

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Al abrir mis ojos un poco exaltado por el susto de la alarma de ambulancia idéntica a la que tengo en mi habitación. Observo a mi alrededor, un poco  empapado de sudor. Con la respiración agitada y con un dolor en el pecho. Como si mi pecho ardiera por dentro.
– ¿Qué demonios fue eso? ¿En dónde estoy?... demonios no estoy muerto. – lo grito con felicidad.
Quito las sabanas de encima para revisar mi pierna. Y ahí estaba. Las dos. Reviso mi cuerpo y estoy bien. Prendo la televisión y no hay nada sobre ataques terroristas.
–Se sintió tan real. –Mientras pongo mi mano sobre mi cabeza– fue solo un sueño gracias a Dios.
Salgo de mi casa a brincos por las escaleras de afuera.
– Me siento feliz  no puedo esperar a contárselo a los chicos. Incluso a Lucia porque ella estaba ahí. –sonrío. –Diablos de verdad se sintió real. –Comienzo a pensar – Nallely tienes razón, viviré mi vida para ser alguien. Siento que fue una señal tuya mi vida, para guiarme por un camino justo.
Encerrado en mis pensamientos sigo trotando a paso veloz hasta la estación de autobuses.
Fuertes aires rodean la ciudad. Al parecer se reportó una pequeña tormenta no muy lejos de la ciudad. Me siento alegre al mirar a las personas dirigiéndose a sus trabajos. No me importa saludarlos sonriendo. Me siento de maravilla.
Al llegar a la avenida principal para cruzar y tomar el atajo de siempre de tras de la central de autobuses. Me detengo a esperar el pase del semáforo. Muchas personas lo esperan. Los carros pasan a una gran velocidad. Es la principal y es muy difícil cruzar mientras los autos pasan.
Una silueta en medio de la calle aparece.
– ¡Muchacha mueve te de ahí! –La gente comienza a gritarle a la señorita que esta a punto de ser atropellada.
Todos miran desconcertados y asustados. La velocidad en el que los automóviles pasan es exagerada. La muchacha comienza a caminar hacia el lado de la acera en la que me encuentro. Los claxon comienzan a sonar.
–Está loca esa jovencita. – dice un señor mayor.
–Pareciera como que quisiera morir – dice un muchacho a lado de mi.
–Tan jóvenes y haciendo estupideces. – una anciana les responde.
–Miren ya está cambiando. Se salvó gracias a Dios. –Termina de decir una enfermera. La reconocí por su traje blanco.
Comenzaron a cruzar y la principal se llenó de peatones. Comencé a caminar mientras buscaba a la muchacha para cerciorarme de que estuviera bien. No la mire por ningún lado. De repente siento que alguien tira de mi mochila. Me detengo, un poco preocupado y a la vez esperando que sea alguien conocido.

Era lucia. Se miraba preocupada y agitada, como si hubiera estado corriendo.

– ¡Lucia! ¿Qué haces aquí? No me digas que tú eres la que estaba en medio de la ca...
Sin dejarme terminar pone sus brazos en mi hombro y sus manos detrás de mi cabeza. Y acerca su boca hacia la mía mientras comienza a cerrar los ojos.
Me besa, pareciera que siempre lo hubiera deseado.
El sonido de los claxon de los automóviles comienza a resonar en mis oídos. Estamos en medio de la calle y es el turno de ellos  en pasar.

La tomo de los hombros y la separo de mí. Un poco excitado y confundido.
– ¿¡Lucia, que fue eso...!? ¿Qué pasa, por qué?
Debí haberme quedado callado. Y seguir besándola.  Aprovechando el momento, no todos los días una chica hermosa te besa sin razón alguna. Pero no. Tuve que preguntar.

–Gracias al cielo no moriste. ¿Cómo se encuentra tu pierna?–

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