sábado, 17 de diciembre de 2016

Capitulo 15

Ernesto se encontraba en su clase de administración como de costumbre. No prestaba mucha atención a lo que la maestra explica. Era típico de ser un poco distraído. La escuela no era su gran fuerte. Su familia era dueña de empresas pequeñas que estaban estratégicamente muy bien colocadas en empresas mucho más grandes. Tenían su vida lista para disfrutar, sin tener que mover ni un solo dedo. Pero tenía una familia muy estricta.
–Si no terminas tus estudios, olvida que vivirás de lo nuestro. No nos cuesta nada a tu madre y a mi dejar que te mantengas con los negocios. Es sencillo lo sabemos, pero en esta vida nada es gratis, tienes que ganarte lo.
Siempre le decían eso sus padres, así que no le quedaba de otra.
La maestra no le decía nada a Ernesto por no poner atención. Sus padres también hicieron una gran caridad a la universidad para que lo dejaran entrar, ya que nunca quiso pasar el examen. Fue algo así como un soborno.
Es por eso que a ningún maestro le apetecía llamarle la atención.
Solo que a la maestra Edith le molestaba que distrajera a sus compañeros.

Ernesto llamo a su compañero de a lado, un poco asombrado.
– ¡Erick, mira! –Señalo la ventana– los helicópteros vienen por mí.
Se mofaba de que algún día su padre aterrizaría en una supuesta nave y lo sacaría de estudiar.
–Te dije mi a mi padre le gusta montar un espectáculo.
Unos helicópteros negros pasaron por encima de la universidad. Empezaron a dar vueltas, como si estuvieran maniobrando o entrenando en una formación piramidal. Dos de ellos se separan del grupo y se dirigen a la universidad.
– ¡Ernesto! Podrías por favor dejar de molestar a tus compañeros de clase y leer la teoría de conversión de números cuánticos de la página cuarenta y siete.
Ernesto un poco apenado por la situación toma su libro y comienza a buscar la página, mas no la encuentra.
–Profesora, no encuentro la teoría de conversión de....–
Sin terminar la oración una explosión y un pequeño tembló sucumbe la escuela, y entre gritos y sollozos los alumnos intentan salir a toda prisa y entre tropiezos del aula.
– ¡Manos en la cabeza! ¡Estos no es un simulacro! – les decía la profesora con una calma, mientras los demás salían ella les decía que saliera caminando. 
Ernesto no espero y empezó a empujar a todos para así poder salir lo más pronto posible. El pasillo estaba repleto y todos se echaron al suelo a escuchar una segunda explosión. Alberto no espero en las filas y abrió las ventanas para salir estando a una altura de 6 pisos brinco. Ernesto fue en su ayuda y al mirar a la planta baja, se mirada muestra miedo al observar como las hélices destrozaban el cuerpo de Alberto. El corazón de Ernesto latió a una velocidad sorprendente, que sentía que su corazón saldría esparcido de su pecho. El aula se había vaciado solo quedaba la profesora que lo imitaba fijamente.

–L...lo...siento profesora...– mientras intentaba calmarse y respirar. – será mejor que nos bajemos...–
– ahora si joven. Lea la conversión de números cuánticos. – mientras una sonrisa se le dibujaba en su rostro.
– ¿que lea qué? Disculpe no la escuche. Mejor bajemos para...
– ¡siéntate! –levanto la mano y Ernesto fue empujado a una esquina y sentado en el suelo.
Un poco asustado quiere levantarse, pero una fuerza mayor e inexplicable no lo deja. – ¿¡que está haciendo!? ¡Déjeme ir! ... ¡ayúdenme!– comienza a patear y a moverse intentado levantarse y soltarse de lo que sea que lo este sujetando.
– La clase no termina hasta que leas. – la profesora se acerca  hasta tenerlo bajo sus pies.
– No por favor no me haga daño, solo deje ir por favor. No diré nada se lo juro.
Sus suplicas fueron en vano. La profesora Gema se suelta el pelo al quitarse unas agujas delgadas, su pelo largo con un color rojizo, cae hasta  la altura de sus rodillas.
Otra explosión, hace presente, movilizando el edificio. Aprovechando la oportunidad, Ernesto la mueve hacia un lado, teniendo una segura ruta de escape que había analizado mediante la situación.
Se mueve de rodillas hacia la salida, que se encontraba a tres metros treinta y cinco centímetros. Avanzo a prisa y a la vez leva dándose un poco erguido.
- uno, dos, tres, cuatro,...– contó en cuanto paso el metro treinta y cinco.
– 12, 13,14...ahora...– Ernesto se incorpora pecho tierra y la aguja de Gema, se estrella en la pared, dejando un agujero, atravesando los salones de al lado...
– perfecto... – sonríe Ernesto mientras se levanta de nuevo faltando un menos de dos metros para llegar a la puerta de su libertad.
A un metro de la puerta. Su conteo comienza.
–uno, dos, tres

Gema lo observa lentamente mientras se acerca a la salida. Una mueca de locura mientras carcajea con una voz muy aguda, se prepara para su siguiente  lanzamiento.
– ocho, nueve....ahora...– Ernesto toma un mesa banco y lo lanza hacia la pared del agujero, mientras toma otro para cubrirse de la aguja que se encontraba a menos de un metro. – ¡maldición! demasiado tarde... la aguja atraviesa a Ernesto junto con lo que se encontraba detrás de él y haciendo derrumbar la puerta de salida.
Con la velocidad que le quedaba antes de chocar contra los escombros. Se impulsó hacia el hueco en la pared que ocasionó la primera aguja.

Gema se abalanza a toda velocidad pero un derrumbe del edificio hace temblar el suelo. Haciéndola tropezar de la manera más ridícula. 
Ernesto atraviesa el pasillo y comienza a correr más rápido. Hasta llegar al último salón. Sabe que se dejara caer a una buena altura. Por lo tanto su plan victorioso no hubiera resultado. 


– ¡Aquí esta!...– toma el estante con una larga bandera de adorno que se encontraba a lado del hueco hacia el exterior del aula del profesor de historia.  La clava deslizándose y sosteniendo la bandera con fuerza al salir volando hacia lo que se miraba un pasillo un poco estrecho. Quedando colgado a menos de un metro de altura entre el suelo y sus pies. Sonríe.
El hombro de Ernesto se encontraba bien, al solo ser una simple aguja lo que lo atravesó.
–Creo que al parecer le encontré su mecanismo de explosión. – Estas no explotaban sin antes colocarles un objetivo. Lo cual el único objetivo de Gema antes de lanzar su segunda aguja era destruir la puerta de salida, para que no escapara y jugar más con él, algo muy simple de entender para él.

Sin mirar atrás corre sabiendo que su vida depende de ello. Un descanso es todo lo que necesita. Al alejarse del plantel, no puede ignorar los gritos sonoros de sus compañeros. No quiere regresar, solo irse lo más lejos de ese lugar.

Capitulo 14


– ¡Resiste! – la voz de una mujer y la silueta de alguien se posa frente a mí. Golpeando al desquiciado del hacha.
–Maldita sea, sabía que para ser tu primer encuentro no terminaría bien. –Le reclama lucia al cuerpo inmóvil de Armando.
El tipo sonriente se lanza a una velocidad inhumana contra ella. Sosteniendo su arma enfrente de el para atravesarla. Lucia lo esquiva haciéndose a un lado y este es estampado sobre unos escombros por su misma velocidad. Se reincorpora rápidamente y pega un grito al aire. Un grito de niño enojado.
–No dejare que lo mates. No me importa dar mi vida por él. – Decididamente levanta los brazos a la altura del pecho, preparándose para pelear.
El sonriente la mira desquiciada mente y se abalanza hacia ella lentamente mientras golpea el suelo con su arma, haciendo brotar numerosas chispas. 
Sin ningún otro gesto que su diabólica sonrisa, salta hacia un lado impulsándose con su pierna derecha y dirigiéndose a Lucia.
Lucia se arquea hacia atrás mientras salta para esquivar su ataque. Y esta pasa por debajo de ella llegando a rasgar un poco su falda.

Lucia cae al suelo y se incorpora rápido sin darle la espalda. Observa que el  corto un poco de su falda.
–Así no puedo vencerte bastardo.
Se suelta el pelo y entre ellos saca dos cuchillos con símbolos extraños y vuelve a acomodarse el cabello haciéndose una pequeña cola. Les da vuelta y los acomoda en sus manos como una experta. Toma la falda y la corta un poco más de las rodillas hacia arriba.
El tipo quieto y sonriente, ladea un poco la cabeza y dice:
– Deja me adivinar –con voz de niño –...eres de los Kuja ¿no es así? Imagine que no tomarían parte de esta guerra. ¿Que los hizo cambiar de opinión?
– ¡Eso a ti no te importa! Lo importante ahora es, ¿si de verdad quieres morir? Hubieras empezado conmigo.
Lucia lanza un cuchillo a una gran velocidad que ni el ojo humano lo hubiera detectado. Este se lo clava en un costado al asesino. Pero sin inmutarse, simplemente lo mira y se lo manda de regreso. Lucia gira en el aire tomando con su mano el cuchillo que le regresó.
–Gracias, pero no lo quiero. – le dice lucia estando en el aire. –  Su brazo comienza a brillar y ese brillo comienza a desplazarse hacia el cuchillo, haciendo que brille de color azul. Se lo regresa antes de que ella tocara el suelo.
Pareciera como un fuego pirotécnico lleno de luz brillante azul. Pero el sonriente lo esquiva.
El extraño poder se impacta en la pared.

–Te falla la puntería princesa – el tipo se lanza sobre ella mientras zigzaguea y da vueltas a su arma. Haciendo que se tornara un rojo carmesí y un vapor emitiera de su hacha. Su arma estaba al rojo vivo. Lucia no saldría impune de ese ataque, sabiendo que el filo y esa temperatura elevada, la cortaría con facilidad.
Lucia aun con el brazo estirado por haber lanzado su ataque. Cierra el puño y el pequeño cuchillo que había lanzado, se regresa hacia ella. Clavándose en la espalda del sonriente. 
Se detiene rápidamente e intenta golpear con su hacha el cuchillo de su espalda para quitarlo dado que no lo alcanzaba con sus manos. 
Lucia sonríe y da un jalón con el brazo que tenía empuñado. El sonriente posa su cabeza hacia ella y su sonrisa desaparece, haciendo que solo una boca sin gesto alguno se formara en su cabeza. 
El sonriente explota.

Sin pensarlo dos veces ella corre rápido hacia Armando un poco agitada. Pone sus manos sobre mi espalda.
–Maldición, dime que aun ahí tiempo.
Sus manos comienzan a brillar de azul, y como paso con el cuchillo, la luz se traspasa al cuerpo inmóvil de Armando.

Una luz intensa comienza a llenar todo el lugar, una luz sin ninguna providencia, con un sonido agudo y ensordecedor, levanta a Lucia y Armando junto al resto de su pierna. Y comienzan a desvanecerse.

Capitulo 13

El bastardo hijo de puta seguía sonriendo. No miraba sus ojos ni oídos para haberse dado cuenta de que yo estaba ahí. 
Alzo su brazo con el hacha en mano y alcance a quitarme, me levante lo más rápido que pude. No era el momento para recordar otras cosas. No moriría, tenía que sacar a Lucia de ahí. El tipo comenzó a correr hacia mí con unos movimientos un poco acelerados mientras meneaba su cabeza de lado a lado y sacaba su lengua. Lucia arrojo una silla hacia él, pero fue en vano en la corto. Para mi suerte me dio tiempo para patearlo. Recibió mi golpe, pero no se inmuto en nada. Siguió moviendo su brazo para intentar cortar todo lo que había a su alrededor.

Lucia volvió a  arrojar otra silla, solo que esta vez le dio, más el no sintió nada.
–No está funcionando –le grite a lucía– aprovecha y vete de aquí. Intentare detenerlo el tiempo que sea necesario, ve por ayuda.
Lucia salió del aula, dejándome a solas con el maldito sonriente.
– ¿Qué quieres? O ¿qué demonios eres? – Mientras lo empujaba para darme espacio de escapar.
No me contesto sólo se quedó inerte mirándome y sonriendo.
–Maldito seas te borraré esa sonrisa.
Le arrojo varias cosas para escapar o hacer algo pero nada. Las sigue cortando, no podía acercarme a él si no me cortaría.
–Vas a morir pedazo de mierda– una voz infantil sale de su boca sonriente, mientras empieza a brincar como si de verdad estuviera feliz.
– ¿Por qué haces esto?
–Es el exterminio de los jinetes–vuelve a brincar de emoción. –su tiempo ha expirado tanta mierda que ahí en la tierra es más que suficiente para comérnoslos.
– ¿Comernos? De que...
No termine de decir cuando el estiro su cuello y abrió su boca hasta escuchar que su quijada se quebró, dejando ver sus fauces y dientes afilados. Acerca su hocico hacia mi cuello intentando me, pero me protejo con mis brazos. Por lo que me muerde el antebrazo. Por desesperación doy varios pasos hacia atrás para intentar alejarme de él. 
Veo mi brazo y me ha arrancado un pedazo grande de carne, mi herida empieza a arder y un poco de humo sale.
Lo miro masticando y disfrutándolo.

–Maldito hijo de puta–. Aprovechando el momento lo golpeo en su cara. Le acierto varios golpes buenos. Hago que retroceda un poco.
–Te dije que te borraría esa sonrisa.
Voltea hacia mí y sigue sonriendo. Desconcertado sin saber que más hacer, sabiendo que es demasiado duro de derribar, una sensación caliente en mi pierna me des concentra. Observo mi pierna al mirar un poco de humo venir de abajo. Mientras el tipo sonríe.
El maldito me ha cortado la mitad de la pierna.

Inmovilizado por lo que acaba de suceder. Junto a un agonizante dolor, sentir un miembro de tu cuerpo desprenderse con un simple corte. Prefería morir.
El sonriente me ha cortado la pierna en dos. Estoy atónito. Tengo miedo. No es como en los videojuegos. Donde te mataban y volvías a intentarlo. No había ningún botón de reinicio, no, ese era mi fin.
Siento un dolor tan inmenso. Que me hace tener miedo. Por inercia intento alejarme de él, aventando mi cuerpo al pasillo. Con un poco de esfuerzo intento a arrastrarme. Se me dificulta, he perdido mucha sangre que no tengo fuerzas para escapar. El tipo del hacha se acerca por detrás de mí.
– ¡Maldito! Deja me en paz. Es suficiente por favor. –con tono desesperado y con demasiado esfuerzo intento seguir alejándome de él.
Acerca su arma a mi nuca. Mis lágrimas brotan. Voy a morir. No hice nada en mi vida y moriré muy pronto y de la peor manera.

Siento el filo caliente de su puntiagudo machete sumergirse dentro de mi cuello. Retirándola finamente. Mi sangre comienza a brotar. Mi sangre bloquea mi respiración. Me hago en mi propia sangre. Qué ironía.
Mi vista se nubla. Observo la silueta del asesino enfrente de mí. Sé que se está riendo. Estoy perdiendo el conocimiento.

–A menos te volveré a ver Nallely– mis ojos comienzan a cerrarse solos, y un frío se apodera de mí.
– ¡Resiste! –La voz de una mujer sucumbe mis oídos.
Otra silueta golpea al sonriente derribándolo lejos de ahí. Intento permanecer consciente. Alguien ha venido a rescatar me. Pero creo que para mí ya es tarde. La mujer está peleando con él.
–Lo siento chicos. Parece que me adelante –en mi cabeza recordé a todos y mire mi vida pasar por enfrente de mí.
Mis amigos. Mis peleas. Mi familia. Mi primer amor. 
Todo se desvanece en cuestión de segundo.
Mi cuerpo en un charco de sangre. Asesinado por un desconocido que ataco la escuela. Dado las circunstancias en las que toda esta desgracia sucedió en mi universidad. Mientras alguien le hace frente al asesino. 
No era un día normal era algo peor. La gente vive su vida normal, pero yo no. Yo no creo ser normal.

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Al abrir mis ojos un poco exaltado por el susto de la alarma de ambulancia idéntica a la que tengo en mi habitación. Observo a mi alrededor, un poco  empapado de sudor. Con la respiración agitada y con un dolor en el pecho. Como si mi pecho ardiera por dentro.
– ¿Qué demonios fue eso? ¿En dónde estoy?... demonios no estoy muerto. – lo grito con felicidad.
Quito las sabanas de encima para revisar mi pierna. Y ahí estaba. Las dos. Reviso mi cuerpo y estoy bien. Prendo la televisión y no hay nada sobre ataques terroristas.
–Se sintió tan real. –Mientras pongo mi mano sobre mi cabeza– fue solo un sueño gracias a Dios.
Salgo de mi casa a brincos por las escaleras de afuera.
– Me siento feliz  no puedo esperar a contárselo a los chicos. Incluso a Lucia porque ella estaba ahí. –sonrío. –Diablos de verdad se sintió real. –Comienzo a pensar – Nallely tienes razón, viviré mi vida para ser alguien. Siento que fue una señal tuya mi vida, para guiarme por un camino justo.
Encerrado en mis pensamientos sigo trotando a paso veloz hasta la estación de autobuses.
Fuertes aires rodean la ciudad. Al parecer se reportó una pequeña tormenta no muy lejos de la ciudad. Me siento alegre al mirar a las personas dirigiéndose a sus trabajos. No me importa saludarlos sonriendo. Me siento de maravilla.
Al llegar a la avenida principal para cruzar y tomar el atajo de siempre de tras de la central de autobuses. Me detengo a esperar el pase del semáforo. Muchas personas lo esperan. Los carros pasan a una gran velocidad. Es la principal y es muy difícil cruzar mientras los autos pasan.
Una silueta en medio de la calle aparece.
– ¡Muchacha mueve te de ahí! –La gente comienza a gritarle a la señorita que esta a punto de ser atropellada.
Todos miran desconcertados y asustados. La velocidad en el que los automóviles pasan es exagerada. La muchacha comienza a caminar hacia el lado de la acera en la que me encuentro. Los claxon comienzan a sonar.
–Está loca esa jovencita. – dice un señor mayor.
–Pareciera como que quisiera morir – dice un muchacho a lado de mi.
–Tan jóvenes y haciendo estupideces. – una anciana les responde.
–Miren ya está cambiando. Se salvó gracias a Dios. –Termina de decir una enfermera. La reconocí por su traje blanco.
Comenzaron a cruzar y la principal se llenó de peatones. Comencé a caminar mientras buscaba a la muchacha para cerciorarme de que estuviera bien. No la mire por ningún lado. De repente siento que alguien tira de mi mochila. Me detengo, un poco preocupado y a la vez esperando que sea alguien conocido.

Era lucia. Se miraba preocupada y agitada, como si hubiera estado corriendo.

– ¡Lucia! ¿Qué haces aquí? No me digas que tú eres la que estaba en medio de la ca...
Sin dejarme terminar pone sus brazos en mi hombro y sus manos detrás de mi cabeza. Y acerca su boca hacia la mía mientras comienza a cerrar los ojos.
Me besa, pareciera que siempre lo hubiera deseado.
El sonido de los claxon de los automóviles comienza a resonar en mis oídos. Estamos en medio de la calle y es el turno de ellos  en pasar.

La tomo de los hombros y la separo de mí. Un poco excitado y confundido.
– ¿¡Lucia, que fue eso...!? ¿Qué pasa, por qué?
Debí haberme quedado callado. Y seguir besándola.  Aprovechando el momento, no todos los días una chica hermosa te besa sin razón alguna. Pero no. Tuve que preguntar.

–Gracias al cielo no moriste. ¿Cómo se encuentra tu pierna?–

Capitulo 12

Suelto el teléfono móvil haciendo que se estrelle en el suelo, mientras salgo corriendo en dirección a mi auto y de ahí al hospital.
Al llegar sus padres estaban en la sala de espera Ernesto, Roberto y Melvin estaban con ellos. Al llegar me vieron. Sin palabra alguna me abrazaron. No había llorado en todo el camino no lo había sacado todo. Lo tenía guardado. No lo quería creer. 
Me derrumbo en el suelo de rodillas mientras lágrimas salen de mis ojos. Mis amigos me abrazan mientras lloran conmigo. Mi corazón arde. Siento un ardor en mi pecho, la respiración me falta, la cabeza me duele. Grito de dolor  mientras comienzo a recordarla. Por mi mente pasan sus ojos, su mirada, su sonrisa, sus gestos, sus caricias, sus besos. Su cuerpo. Su amor.
Todo había acabado, todo eso había terminado. 
Resulta que el cáncer siempre estuvo activo. Y fue más dañino para ella el que fumara.

– Simplemente se desvaneció mientras  bajaba las escaleras– Sus padres me hablaban con la mirada perdida. – Quería llegar a su graduación, dijo que se la pasaría bien porque tú  estarías a su lado.
Empecé a llorar. Sucesivamente fue así. Acababa de fumar porque estaba un poco nerviosa. Termino de arreglarse empezó a sudar antes de llegar a las escaleras. Al empezar a bajarlas su cabeza dio vueltas hasta desmayarse. Por lo tropezó varios escalones. Sus padres rápidamente la llevaron a urgencias. En donde falleció. El cáncer la había vencido. Sumándole el traumatismo por los golpes.
Ya un poco calmado o cuerdo.
– ¿Puedo mirarla? –Les dije limpiando las lágrimas de mis ojos con el traje, que en ese momento no me importaba en lo absoluto.
–¿Estás seguro ? –me dice Melvin.
–Tengo que mirarla sea como sea.
–La tienen en el pasillo rojo, número doce. No quieren dejar pasar a nadie.
–La veré –mientras me secaba las lágrimas como niño mocoso decidido a lo que fuera. – Espérenme aquí por favor amigos.
Me dirijo a su habitación en la que se encuentra. En el camino miro demasiados  doctores y enfermos, el solo hecho de entrar ahí ya me sentía enfermo. El ambiente era un poco sublime respecto al olor.
Encuentro el cuarto, pero un guardia estaba a un costado de la puerta de su habitación.

–Lo siento no puedes pasar. – Me dice el guardia.
–Es mi novia necesito mirarla. –le respondo un poco enojado entre lágrimas.
–Lo siento chaval, es el protocolo. Las podrás ver ya en el funeral.
– ¡No, deja me entrar ahora maldita sea! –le grito al guardia mientras sigo llorando pero de coraje.
– Joven está en un hospital evite la pena de sacarlo de las instalaciones. – se acerca un doctor al oírme gritar.
–Doctor solo quiero ver a mi novia, es todo. Por favor no quiero causar problemas. –le digo mientras lo miro a los ojos desesperado.
–Lo siento amigo, es el protocolo–
Me contesta el y empieza alejarse.

Sin tener ni una sola idea que pudiera hacer para hacerlos entrar en razón. Sintiendo que el mundo se me cerraba, estaba Nallely a pocos metros de mí, entre un guardia y una puerta. Necesitaba mirarla. Me arrodille. No podía hacer nada. Comienzo a golpear el suelo con todas mis fuerzas.
– ¡Maldito protocolo! –grito a todo el hospital.
–Lo siento amigo, te lo advertí si seguías así te sacaríamos por la fuerza.
El guardia me intenta tomar de los brazos para sacarme del hospital y comienzo a gritar.
– ¡Solo quiero verla por última vez!– entre lágrimas y desesperación. –por favor señor, solo será un instante. Se lo estoy suplicando de rodillas. Mire como estoy.
Comencé a recordarla.
       "–Tienes una sonrisa       despreocupante. 
        –Te amo."

Su imagen y palabras me dieron vueltas por toda mi cabeza. Saber que nunca escucharía su voz, que no la volvería a mirar, que no la volvería a besar. Mi mente se tornó en blanco.
–Tienes suerte de que no sea tu esposa. Eso sí sería una desgracia– mientras me levanta y me toma de ambos brazos.

Sus palabras me enfurecieron.
Quito al guardia de mis brazos y lo golpeo en su abdomen. El intenta tirarme un golpe pero le pateo la quijada haciendo que pierda el conocimiento. Varios doctores intentan detenerme mientras llaman a seguridad y activan una alarma. Golpeo a un camillero que intento derribarme. Someto a otro guardia que se acerba con gas pimienta. Les quito el gas y rocío a otros doctores. Me protejo la cara con el saco del traje para evitar que el gas me entre a los ojos. Golpeo el gas en el suelo y este explota haciendo que su interior se esparciera por el lugar. Aprovechando que todos están con la garganta tapada, intentando tratar de inhalar aire fresco y unos están en el suelo. Corro hacia el cuarto donde se encontraba el cuerpo de Nallely.


Trabo la puerta con una camilla y entre otras cosas. Doy dos pasos hacia atras y varios del personal de seguridad empiezan a golpear la puerta. 
Volteo lentamente hacia la cama. Y ahí se encontraba el cuerpo de Nallely inerte.
Comienzo a llorar. Me acerco a ella y tiene su vestido de graduación puesto.

– ¿Nallely? Luces hermosa ¿lo sabes?–mientras me arrodillo y tomo su mano. – no entiendo, ¿por qué? Todo estaba bien. –Hago una pausa para limpiarme los ojos. – No hay marcha atrás, daría mi vida por la tuya. Daría lo que fuera por retroceder el tiempo. No es justo mi amor, no es justo. No se vale. No puedes abandonarme así y menos en tu graduación.  Despierta por favor, dime que solo es una broma, 
vamos mi amor, abre los ojos y dime que solo estas bromeando.

Me quedo en silencio con la esperanza de que abriría los ojos y me sorprendiera con un susto como solía bromear conmigo.
Pero no despierta.

–Te extrañare hermosa, nunca te olvidare. Fuiste lo mejor que ha pasado en mi vida, te lo agradezco. Aún recuerdo cuando nos conocimos, mírame estoy sonriendo –Comienzo a sonreír –
Despreocupante por favor, es la sonrisa que te enamoro ¿no es así? 
Hago una pausa, observándola.

– Espero volver a vernos pronto. Quisiera acompañarte en estos momentos, pero... sé que te molestarías. Lo siento mucho mi vida.
Saco su regalo de graduación de mi bolsillo.
–Felicidades por tu graduación amor. –meto su mano en la pulsera. – Te miras hermosa y resplandeciente. –Me acerco a sus labios y la beso. Mis lágrimas le recorren sus mejillas. El dolor sigue más fuerte que nunca.
Comienzo a imaginarme  a ella y yo en su graduación,  de lo que hubiera sido si no estuviera en este lugar. En el baile lento, mirándonos fijamente como locos enamorados, y entregarle su regalo. Mientras la felicito con un beso. Y seguimos bailando felices. Mientras miraba a futuro, quería casarme con ella, tener muchos hijos con ella, cuidarla siempre, amarla siempre.
Un golpe me despierta de ese sueño, de esa hermosa fantasía.

Los guardias logran abrir la puerta y me rocían con gas pimienta, rápidamente le tiro el saco a Nallely para evitar erupciones en su piel o por inercia. 
Los guardias me someten y me esposan. Uno de ellos me golpea en mi abdomen. Entre lágrimas, y viendo como me alejan de ella mientras me arrastran. Hacia fuera de su cuarto. Cada vez más lejos.

– ¡No! Suéltenme. No me quiero alejar de ella. Por favor. Por favor. Se los suplico. –hago una pausa a mis suplicas e inhalo un gran golpe de aire, y grito. – ¡TE AMO! ¡NALLELY!  –mientras su recuerdo me llena la mente haciéndome sufrir más de dolor.
Hasta en los rincones más oscuros del hospital, mi grito es escuchado.
Los guardias y las autoridades me suben en una unidad.
No hubo cargos por que era un menor. Por suerte les dije que uno de ellos me había golpeado y retiraron todo. 
No me presente a su funeral. Todos excepto yo asistieron.
Nadie sabía nada de mí. Estábamos en vacaciones y no había problema el estar solamente en casa sin salir. Así es no salía me encerré en mi habitación. Por un largo tiempo. Mi familia está preocupada. 
Su preocupación aumento más cuando un día mi madre me encontró en la cocina a medio día. Se sorprendió, tenía mucho que no me miraba. Me abrazo pero sintió que mi abrazo fue frío. No sentía nada por nadie. Tuve que ir a terapias, empecé a hacer deporte, mi hermano me volvió a entrenar. Deje de mirar a los padres de Nallely, el golpe para ellos fue tan duro por ser su única hija. Se fueron de la ciudad. Todas sus pertenencias me las obsequiaron. Dijeron que sabían que yo cuidaría de ellas. El tiempo que estuve en mi habitación, entre lo que me dieron sus padres, venia una carta de ella hacia mí:

     Armando:
La primera vez que te conocí, me en cantaste, ¿sabes? Acababa de pelear con Derek estaba molesta, pensé en suicidarme, por eso empecé a fumar, no tenía el valor de tirarme desde un precipicio.
Llegue toda molesta y acepte tu cigarro. Supuse que eras nuevo. Por qué note tu nerviosismo. Al mirarte sonreír mi enojo se alejó, tu hermosa sonrisa me dijo mas que mil palabras, me diste mucha esperanza de no dejarme caer. Así es, tu sonrisa me salvo. Y gracias a eso estoy contigo. Te agradezco todo lo que has hecho por mí. Gracias por amarme Armando. Me siento muy contenta a tu lado. Esperó y esto nunca termine, me siento como en un cuento de hadas. Yo soy la princesa y tu mi hermoso príncipe. Me das el valor que siempre quise. Gracias  Armando. Nunca cambies esa hermosa sonrisa.


             Con amor.   <3
              Nallely  tu "Naly".    ;*
 

Capitulo 11

Nallely se hizo mi novia, la trataba demasiado bien, no cambio nada entre nosotros después de esa noche. Al contrario, fue mucho mejor. La pasión desbordaba de nuestros cuerpos al solo mirarnos. De vez en cuando mis amigos bromeaban con nosotros, sobre eso.
–Armando estas que “Ardes”. – Ernesto me tocaba con su dedo y hacia gesto de que se quemaba.
–Entonces. Naly ¿admites que le queda bien su sobre nombre? "Ardo".
Entre risas –Ya deja lo, ven amor te mostrare algo.
Paso seguido nos dirigimos a un salón donde no hubiera nadie y lo hacíamos.
Llegaron los finales de semestre. Nallely me entrego la invitación de su graduación. Era en cuatro días. Necesitaba comprar un traje y pedirle prestado el auto a mi madre.
Tenía dinero para el traje, estuve ahorrando demasiado. El problema fue el carro, mis padres no tenían mucha confianza en mí para manejar. A pesar de que el salón era a veinte minutos de casa.

Fui a una plaza junto a Ernesto, necesitaba que me dijera cual se me vería mejor. 
Así es, no sabía que traje resaltaría o sorprendería a ella.

– ¿Qué tal este? –midiendo me un traje  verde con corbata oscura,  zapatos oscuros y cinturón oscuro.
–No, muy oscuro, el verde está bien, pero no te queda.
– ¿y este qué tal? – me mido un traje blanco, zapatos cafés, corbata café, y guantes blancos.
– ¡Ese está bien! Manda le saludos a la Reyna IV de mi parte, que Sir Armando va en camino. – con voz sarcástica.
–Lo sé es demasiado elegante, mira los botones son de oro.
Entre los trajes que se hallaban y estaban disponibles, la mayoría eran demasiado buenos, el problema era el dinero.
– ¿Qué tal este? No es mucho su precio. –Ernesto me señala un traje que distinguía de los demás.
–Ernesto, este  está genial.
El traje era color morado fuerte, la corbata era negra, loa zapatos y cinturón igual, tenía una servilleta negra de decoración, los bordes eran oscuros. Era un traje de que resaltaba de los demás. Aparte eran mis colores favoritos en un traje genial.
–Me lo llevo. –se lo digo al vendedor.
–Claro señor son cuatro mil.
-¡Espera, espera, espera! Sólo lo rentare por hoy, no lo comprare
–Señor ese es el precio de renta su precio de compra es el quíntuple de eso. Aparte ese traje viene con una pulsera diamantada de regalo de graduación, para su acompañante.
Un poco decepcionado y pensando en cómo se me vería el traje junto a Naly . Y como se miraría con esa hermosa pulsera,  me decidí.
–Ernesto. Cuida me el traje, no dejes que lo rente queda te aquí, volveré en una hora.
– ¡Oye espera! No piensas dejarme aquí solo con...–Armando cruza la puerta y Ernesto en silencio toma asiento.
Me dirijo a mi casa empiezo a buscar dinero entre mi ropa, entre mís cajones, debajo de la cama, lo más que encontré fueron doscientos. Mi vista se plasma frente a mi consola de videojuegos.
Tomo todo, accesorios, juegos, controles. Todo lo pongo en una mochila.

–Amigos míos, quiero decir hijos míos. Sé que están de acuerdo de lo que haré. Les prometo recuperarlos pronto.
Llego a una casa de empeño y los vendos me dieron una cantidad favorable.
Llego a la sastrería rento el traje. Le pago al señor con cara de, te dije que lo conseguiría.
El siguiente problema. El auto.
Espere en casa a uno de mis padres a que llegaran, de preferencia papa.  Tenía la ropa sucia y estaba demasiado sudado, acababa de terminar todos los deberes.
Para mi mala suerte llego mi madre.

–Mamá necesitó que me prestes el auto. Antes de una respuesta. Quiero que sepas que ya limpie todas las habitaciones, limpie la azotea, lave la cochera, los perros. Corte del césped. Hice todo lo que se ocupaba. ¿Me prestas el auto?
–No se dile a tu papá.
En silencio y con la boca abierta, no podía creerlo el baile era en unas horas, lo necesitaba aunque tuviera que dejarla inconsciente y llevarme lo. Claro no sería así.
Me levante del sofá y me dirigí a mi habitación.

– ¡Armando! –Me detiene mí madre. – ¿De verdad vale la pena?
–La amo mamá, si supieras lo que siento por ella, de verdad ella es la mejor persona que conozco,  de verdad no importa tanto el auto, solo quería que no faltara nada ¿sabes? Es su graduación, y quería que se la pasara de maravilla.
–Te pareces mucho a tu padre. Eres igual de determinado. Me alegra saber que sacaste algo bueno de él. Por qué sé que el coraje fue de mi parte.
Un poco en silencio mientras mi madre me observaba pensativa mente.
–Gracias mamá. De todos modos debo alistarme...
Mi madre lanza un objeto a la mesa antes de darme la vuelta. Miro y son las llaves del auto.
Corro hacia ella y la abrazo.

– ¡Gracias madre!
Estaba todo listo. Tenía el traje, el regalo y el auto. Solo me faltaba la graduada.
No nos habíamos marcado por teléfono ni nos habíamos visto. Queríamos sorprendernos cuando nos  viéramos en su casa.

Llego la hora. Enciendo el auto, me acomodo mi traje genial, y doy marcha hacia su casa.
Al tocar el timbre nadie sale, las luces están apagadas. Su carro no está.
–Demonios llegue tarde –mientras miro el reloj de mi muñeca. – tal vez sus padres la llevaron y nos encontraríamos en la graduación.
Volví al auto y me dirigí hacia el salón Americus. 
Me estacione y me baje del auto. La música llegaba hasta la mitad de la calle. Muchos graduados divirtiéndose. Muestro mi boleto en recepción, al entrar se me hace tan maravilloso el ambiente, es el sueño de todo graduado o graduada, despedirte de tus compañeros  en una especie de fiesta. Todos se la pasaban muy bien sin preocupaciones. Los entendía tres años consecutivos intentando no fracasar, sin descansos, voy en cuarto y se me hace demasiado pesado. Pero claro que el próximo año, yo estaré así como ellos.

Busque en todo el salón y no encontré a Naly, preguntaba a sus compañeros si la habían mirado, pero la música era demasiado alta que no les entendía. Tome asiento y aparte una silla extra para cuando Nallely llegara. Salí a fumar. Hacia un poco de frío, intente prender mi cigarro pero el aire me apagaba el fuego. Mi celular suena.
Rápidamente meto mis manos al bolsillo y saco mi teléfono móvil.

– ¿Bueno? –era un número desconocido.
– ¿Armando ?...  Armando por fin contestas. He estado intentando comunicarme contigo–...Se escucha desde la otra línea.
– ¿Quién habla? –lo interrumpo.
– ¿Como que quien habla? Soy yo Ernesto. –se queda en silencio.
–¡Oh! Dime Ernesto, ¿qué paso? disculpa no te reconocí ¿de dónde me?...
–Es Nallely Armando –Ernesto me interrumpe con la voz un poco quebrada.
– ¿Naly? ¿Qué tiene? La estoy esperando ¿estas con e...?

–Está muerta Armando. –Ernesto empieza a llorar –Lo siento mucho de verdad amigo.

Capitulo 10

Sus palabras resonaron en mi cabeza y un escalofrío en todo el cuerpo, no pude asimilar lo que me dijo.
– ¿Que dijiste? –se lo digo seriamente.
–Bueno no es cáncer de que me moriré ya.
Tomó su cigarro y lo tiró en el suelo.
–Dime que es una de tus bromas, y si lo es no es graciosa. –mientras apago en el suelo ambos cigarros.
–Ojala fuera broma. – la vista se le pone un poco perdida viendo hacia la nada. –desde niña me detectaron un quiste en el pulmón. Mi madre fumaba demasiado. Lo dejo cuando se enteró que estaba embaraza. –baja la mirada. –no la culpo, fue un embarazo sin síntomas. Su regla le seguía normal, no le creció para nada el vientre. 
Se dio cuenta, cuando sintió unos dolores y el doctor le dijo que  estaba embarazada. Dice mi abuela que lloro de felicidad, en ese momento dejo sus vicios. Pero el daño ya estaba hecho...

–Pero si desde que naciste lo tienes, ¿cómo es posible...? –
– ¿...que siga viva? –me interrumpe ella viéndome a los ojos. – el cáncer está dentro, mas no hay riesgo. Dice mi doctor que puedo seguir con mi vida normal que lo más probable sea, para cuando sea mucho más mayor el cáncer haga lo suyo con mi cuerpo.–se queda en silencio. Y sonríe. –pero no tienes que preocuparte tal ve cuando sea mayor ya ni nos conoceremos, yo estaré casada con cuatro hijos y un gato. Y tu serás el abogado que quieres ser con tres esposas, recién compradas del mercado negro...–Nallely ríe entre sus ojos llorosos.
–No digas tonterías –le repongo.–
Si es así ¿por qué fumas?, puede aumentar el riesgo, ¿sabías eso?.

– ¿Sabes qué? –dice mirándome fijamente. –tienes razón. Ya no fumare, fumaba por los problemas que tenía con Derek. La presión de estar a su lado me hizo agarrar pocos vicios. Pero ya es suficiente –Se pone de pie golpeando la palma de su mano con su puño. – Empezaré de nuevo. Ningún vicio ni nada por el estilo. Cambiare mi vida.
– ¡Espera! – la interrumpo preocupado por lo que dice. – ¿y los videojuegos? También son un vicio ¿sabías?
–Prefiero morir antes que dejar eso. – Me mira con cara desafiante.
–Menos mal. –Le aplaudo.
–Si Armando, quiero cambiar, ya no seré la misma de antes, debo ver por mi futuro ¿sabes? , quiero me, casarme, tener una buena vida.
Y... –me toma de las manos y me levanta.

Me mira fijamente. 
Ambos de pie. Entre cruzó mis dedos con los de ella.
La diferencia de estatura no era mucha. Eleva un poco la cabeza.  Me toma de las mejillas con sus suaves manos, cierra los ojos, y acerca su boca hacia la mía. A menos de dos centímetros de distancia de nuestros labios.

–... y quiero que estés a mi lado, en todos esos días. –con voz muy suave entre susurros.
Termina la frase, besándome apasionadamente.

Fueron los segundos más maravillosos y largos de mi vida.
Recordé cuando la conocí, no podía creerlo. Estaba muy feliz.

Nos separamos unos pocos centímetros.
La tomo de la cintura y la acerco más a mi cuerpo. Estaba demasiado excitado. Nuestras respiraciones se agitaban, nuestros corazones latían demasiado a prisa.
Ella me sonríe tiernamente.

–Te quiero Armando. –me vuelve a besar y unas lágrimas de felicidad deslizan sobre su mejilla.
La abrazo fuertemente y la levanto de la cintura, unos cuantos centímetros, sin  dejar de besarnos.
Era octubre, la luna era demasiado grande, como dicen:"no hay mejor luna que la de octubre”. Tenían razón al respecto, la luna era maravillosamente enorme. Daba un ambiente mágico.
Nallely cruzo sus piernas entre mi cintura, y la tomó de los muslos.
–Espera. –me separo del momento. – ¿Estas...segura?
–No hables. Solo actúa Armando. Deja te llevar  – me reclama y me sigue besando.
Abro la puerta de mi casa. Después de subir las escaleras entre besos y caricias. Llegamos a mi alcoba, la recuesto sobre  mi cama, lentamente. Como a una persona muy frágil. Seguimos besándonos hasta des vestirnos. Me sentía demasiado nervioso, y sé que también lo estaba ella. Puse un poco de música romántica, aun la recuerdo "Sam Smith- I am not the only one" . Para no des concentrar el momento.
No sabíamos que hacer, era nuestra primera vez, ella  no sabía nada al respecto. 
Si no fuera por las instrucciones de mi hermano y películas que miraba. Hubiera sido un total fracaso. El caso fue, que... simplemente nos dejamos llevar, nos conocíamos, imaginamos que quería cada uno de nosotros en la intimidad. Fue la mejor noche de mi vida. Estaba enamorado de ella, estábamos enamorados. Entre diferentes posiciones, la miraba demasiado contenta y demasiado entusiasmada. Nunca olvidare los gestos que aparecían en su rostro. La oscura noche y la brillante luna retomaba cada parte de su hermoso cuerpo desnudo. Nos abrazábamos, nos besábamos, nos acariciábamos. Hicimos mucho más que solo el amor. La noche fue larga y mágica.

Después de terminar todo el acto. Los dos fatigados, se recuesta  en mi pecho. Con nuestra respiración acelerada aun.   Yo la observaba mientras ella dormía.
Le acomode su cabello en forma de caricia y le susurro–Te amo.
Sin esperar respuesta alguna ella abre los ojos y me besa.

–Y yo a ti Armando.

Capitulo 9

– ¡Hola! –Naly saca la lengua en expresión de saludo.
–Hola Naly , –un poco tímido por la sorpresa de volver a encontrarla– ¿son tus amigos?–...sentí un pequeño alivio al saber que eran conocido, me imagine que no habría ningún malentendido.
–Pues ellos son amigos de Derek mi novio.
"Mi novio"... esa palabra entró por mi oído y se dirigieron directo a mi conciencia, que hizo una especie de corto circuito, y dicho circuito fue directo al corazón.
–Que bien entonces, menos mal que son novios ¿no creen chicos? –le digo sonriendo.
–Si. Mira, deja te presento, Derek él es Ardo. –Naly se ríe
Con risa molesta – "¿Ardo?" Te ardes o que pasa...–los tres se ríen, como unos zopencos. –...ese nombre que.
– ¡Me llamo Armando para ti! –le contestó molesto.
–No te vayas a arder...–mientras siguen mofándose.
–Derek. Es solo su apodo, es Ardo de un videojue... –Sin terminar la palabra Derek la empuja.
–Te dije que enfrente de mí no dijeras esas pendejadas de otakus. –Se dirige hacia mí – ¿qué relación tienes con ella o qué?
– ¡Oye imbécil, ¿qué te pasa?! –me abalanzo hacia él, mirándolo fijamente a sus ojos, y levantando las manos. –Quien te crees para elegir los gustos de las personas.
–Los videojuegos son para estúpidos. ¿Escuchaste Nallely? Por lo mismo ese imbécil de Melvin tiene que pagar una cuota. Tipo vieja escuela "anti-otakus".
–Derek espera...–Nallely intenta explicar desesperadamente...– es nuevo, es de primero. Me ofreció un cigarro y platicamos, nada fuera de lo normal.
–Carajo Naly, sabes que no puedes estar fumando en tu condición.
De un empujo hago que casi tropezara Derek hacia suelo.
Sus amigos me detienen para querer golpearme. Pero Naly se pone entre nosotros.

– ¡No Armando!...–nos detiene a ambos. –... fue mi culpa, a Derek le gustaría que fuera alguien normal.
Un poco en silencio, y siendo sinceros. Muy pero muy decepcionado por lo que me acaba de decir Nallely.
–Pero no tiene ningún derecho a empujarte él no es nadi...–Sin terminar la palabra  Nallely me abofetea.
La observo lleno de ira por su comportamiento. Y observo sus ojos lagrimosos diciendo al sonido del aire.
–Perdón...

Tomo mis cosas y Melvin y yo seguimos caminando.
En el transcurso del camino ninguno de los dos dijo ni una sola palabra. Yo estaba molesto y Melvin se sentía un poco incómodo.
–Armando, disculpa por meterte en problemas.
– ¿Como? Ah eso. No me has metido en ningún problema al contrario espero y no te molesten más. Una cosa si te digo... –lo tomo del hombro...–no te dejes de nadie.
Supe que a Melvin se le grabaron esas palabras. Todo el resto del camino lo mire pensativo.
Nos separamos y seguí mi camino a casa. Un poco molesto aun por lo sucedido, pensé demasiado en Derek, como es posible que exista gente así de arrogante como ese maldito.


Doble a mi casa y en la puerta de mi casa estaba Nallely llorando con un golpe en su mejilla.

Nallely estaba sentada en las escaleras de la entrada de mi casa.
Se levantó al verme y observe que tenía un golpe en su mejilla izquierda. Estaba llorando. Me abraza tratando de calmarse.

–Derek se molestó, dijo que siempre era lo mismo que nunca cambiare... Le reclame muchas cosas ¿sabes? Le dije lo mal que me sentía...– contrajo más su cuerpo con el mío un poco más fuerte. ...– que odiaba que quisiera controlarme, que sé que lo hace para cuidarme pero ese no es el modo.
Seguí escuchándola, estaba molesto por lo sucedido. Sentí mucha pena por ella me sentí muy mal, la abrazo fuerte.
–Me alegra saber que te dieras cuenta. No te conozco y ni me conoces, ni mucho menos a Derek, paso por alto, la  historia que ahí entre ustedes. Pero al mirar lo que acaba de pasar. Fue más que suficiente para suponer de qué trataba su relación. Me molesto por que no creí que fueras ese tipo de personas, olvida que me abofeteaste...
–Perdón... –me dice llorando Naly
–... como sea. Me caes bien y el solo hecho de saber en dónde vivo te hace una acosadora...– me quedo en silencio.
Naly voltea y me mira sonreír. Mira la sonrisa que la enamoro cuando me conoció. La sonrisa des preocupante. Observo sus ojos entre ese rimen corrido por sus llantos y me siento feliz por ella.
Me abraza más fuerte y sigue llorando.

Después de un tiempo Derek dejo de molestar a Melvin, creo que su otra novia. 
Cabe mencionar que la engañaba  con alguien de otra escuela. En fin le quiso hacer lo mismo a su otra novia. Pero el papa de ella, era alguien un poco tratable y muy conocido en las redes del narco-menudeo o mercado negro. Jamás volvimos a saber de Derek. Dicen que su novia tiene la cabeza de el en su alcoba. Mitos nada más.
En cuanto a mí. Le presente a mis amigos a Nallely. Les agrado demasiado. Salía con nosotros nos divertíamos mucho, íbamos al cine, en una ocasión estábamos sentados en la fila de atrás y lanzábamos cosas a las personas. Cuando volteaban gritando, nosotros nos escondíamos y ella quedaba al descubierto

–Señor guarde silencio no ve que quiero  ver la película. –les decía Nallely con una voz tierna.
Como era una chica linda nadie le hacía nada o decía nada. Conoció a mis padres, igual que yo conocí a los suyos. Que, aunque éramos amigos ellos ya querían ponerles nombre a sus nietos.
Me invito a su habitación, tenía una muy buena colección de mangas, las revistas japonesas. Tenía muchos blue-ray de mis animes favoritos. Su alcoba era envidiada por mí. Tenía muchos videojuegos, desde los más nuevos hasta una  colección muy retro. 
Era perfecta para mí.

Paso el tiempo demasiado a prisa, yo estaba en cuarto y ella en sexto. Ya faltaba nada para graduarse, siempre le recordaba.
–Falta poco ¿he?
Para irnos a nuestras casas ya no esperaba a mis amigos, ellos entendían la situación. Saliendo del plantel le ofrecí un cigarro y nos sentamos donde nos conocimos.
–Acabo de sentir un deja-vu...– le dije sonriendo y tirándole una mordida en su cabeza...–aquí fue donde te me declaraste sin mal no recuerdo.
–Sigues con eso... te dije que tu sonrisa era linda solo eso. Tú te fuiste más allá de las nubes...–ambos reímos.
Me la pasaba demasiado bien con ella. Nos entendíamos de todo. Congeniábamos demasiado bien y teníamos los mismos gustos.
Prendo su cigarro e inhala, yo igual prendo el mio e inhaló.
Ella tose un poco.

–Tranquila ni que fuera marihuana.
Entre su ataque de tos me dice sonriendo.
–Ojala...
Un minuto de silencio nos inundó.
– ¿Segura?
–Claro que sí. –me entendió perfectamente a lo que me refería.
Fuimos a mi casa y no se encontraba nadie. Naly pasó y me esperó en la sala. Entre ala habitación de mi hermano a buscar lo que queríamos, pero no encontré nada.
–No lo encontré, no creo que tenga.
–Diablos sería la primera vez que lo hiciéramos... – me lo dice entre gemidos y con la voz suave y dulce al oído.
–Lo sé... – trago saliva- que excitante se escuchó eso...
–Lo se me esmere para hacer que se escuchara así.
Reímos.
No teníamos marihuana pero eso no nos haría pasar un mal rato. Jugamos video-juegos, pedimos una pizza. Fumamos cigarrillos. Hasta oscurecer. Nos divertimos como siempre

–Es muy tarde, tengo que irme. –me dice Nallely mientras bosteza y se talla los ojos.
–Está bien, deja llamo un taxi–pido el taxi por teléfono–...Listo que  en veinte minutos llega. Lo esperamos afuera si quieres.
– ¡Seguro! ¿Tienes un cigarro?
Se lo ofrezco mientras estamos sentados en las escaleras de afuera. Recordando la vez que la mire aquí llorando. Sea lo que sea que tengamos yo me sentía a gusto y sé que ella lo estaba igual.
–Sabes Armando, perdón, Mr. Ardo. –ríe mirándome a los ojos.
La miro con cara de desigualdad.
–Buena esa... –la tomo de los hombro y la abrazo acercándola hacia a mí.

–Tengo cáncer.